viernes, 6 de agosto de 2010

Fairy Tale


Un cuento de Hadas.

Y un viento helado rozó su rostro. Sus largos y rizados cabellos bailaban al son de la música forestal. Se levantó y se halló en medio de un inmenso bosque; miró de reojo, de lado a lado y sólo encontró soledad. Llevaba puesto un vestido blanco, unas cuantas pulseras y un hermoso collar de diamantes; el cual por supuesto tenía historia. Su mirada penetrante se desvanecía poco a poco, ella ya empezaba a sentir el frío. Pocas eran las fuerzas que tenía para correr, se puso de pie y caminó hacía un río cercano, miró su rostro y no era el mismo, la tristeza triunfaba en él, sus mejillas perdieron el color carmesí que portaban siempre. Con la poca fuerza que aún quedaba en su débil cuerpo, arrancó de un jalón el collar. Derramó lágrima tras lágrima mientras sujetaba con fuerza la joya de diamantes. ‘’ No sé en qué me he convertido, no logro reconocerme ’’. De pronto era incontrolable el llanto; no cesaba. Con el sentimiento que invadía su ser arrojó en dirección al rio la joya. Esta se hundió de a pocos junto con sus sentimientos.

Ahora sí la situación era más crítica, se hallaba completamente desolada. Ella era la típica princesita de cuentos; la cual hallaba la solución a cualquier problema, pero ahora, se encontraba indefensa en su propio mundo, un mundo donde sólo reinaba la tristeza, donde la alegría era inalcanzable, donde no existía el verdadero amor…

Ella mantenía una lucha interna en su mente. Existían dragones y ángeles, ambos luchaban para conocer al vencedor. Los dragones poseían un inmenso rabo por el cual votaban bolas de fuego y herían a los ángeles. Ellos creaban escudos protectores, para neutralizar los poderes, pero sin embargo todo era en vano pues la lucha siempre persistía.

Volvió en sí, retomó su rumbo hacía lo desconocido, se puso de pie nuevamente y echó a correr, algo la seguía, ‘’tengo miedo’’ ’’no sé que hacer’’. No miró hacía atrás en ningún momento, mantuvo la mirada al frente, siempre firme. Los árboles se transformaron en puertas, ‘’tengo que entrar a alguna’’ ese fue su pensamiento, abrió la que tenía a la izquierda e ingresó a un mundo paralelo, donde se encontraba un inmenso y radiante arcoíris, miles de flores y animales. Todo era como en su sueño, su rostro retomó su color, y su inmensa sonrisa iluminó el lugar. De pronto apareció un joven montado sobre un caballo; bajo del mismo, saludó a la joven risueña e impregnó su mirada junto con la de ella.

De pronto todo se tornó denso y oscuro, era difícil describir el lugar, el momento y la situación.