Escucho sus voces repitiendo las mismas frases hirientes e irritantes mientras mis parpados hacen todo lo posible para no dejar fluir lágrimas de nostalgia. Los días son inacabables al igual que este tormento, mi fe perdura, mi intriga es… ¿Hasta cuándo?, ¿Hasta cuándo tendré fuerza? Estoy en una prisión de gritos y tormentos, de maltratos psicológicos de malos ejemplos a seguir que jamás seguiré. Las compuertas se cierran y que quedo nuevamente atrapada como un pequeño ratón sin lugar a donde huir; en tinieblas, esperando ver por aquel agujero un minúsculo rayo de luz que ilumine parte de mi soledad.
Me quedo callada y guardo la calma a mal tiempo buena cara; ese es mi dicho pero ¿Dónde quedan mis metas? ¿Mis ilusiones? Es simple, en ningún lugar solo obstruidas. Los días pasan lento pareciera que están en contra de mi salir, sin embargo falta poco para poder extender mis brazos y volar a lo largo de los cielos, enrumbarme a una nueva forma de vivir a crear el inicio de mi vida.
A veces me aferro a comer de más, otras a simplemente no ingerir nada durante varios días, no comprendo en lo absoluto mi cuerpo… A pesar de tener un carácter aparentemente fuerte, hoy me siento deprimida, débil, incapaz, nostálgica, alterada y sin ganas de dar un paso adelante. El punto está en que no soy feliz, en lo absoluto sólo demuestro mi sonrisa al mundo exterior aferrándome a algún recuerdo simpático y agradable de mi niñez, dejando fluir el tiempo tal y como debe pasar, enrumbándome hacia donde el viento me llevé, empezando a flotar en lo más alto del cielo azul. Sin embargo en mi mundo interior todo es tétrico apenas y al fondo del pasadizo estrecho donde es muy difícil de entrar existe esa velita que nunca se apagará ‘’ mi fe ‘’, cosa que quiero y cuido como mi tesoro más valioso.
Y… ¿En qué rayos estaba esperanzada yo? ¿En un mundo de fantasía, un mundo imaginado a mi manera?, pues erré una vez más y nunca será así porque jamás las buenas cosas llegan rápido sino todo a su tiempo para ganar tienes que sufrir y para sufrir tienes que llorar.
El dolor más grande no es el sentir de la tensión en mi venas, ni el constante temblor de mis extremidades al recibir sermones basados en falacias que hieren lo más profundo de mi sentir, sino el injoneo en mi alma que se ha destrozado como una vajilla que calló desde lo alto partiéndose en mil y un pedazos difíciles de parchar o reconstruir.
Por fin puedo observar esa luz que anhelaba ver desde hace tiempo, dejándome completamente cegada, perdiendo el control y dominio de mi cuerpo, aislándome nuevamente en mi sufrimiento, esperando salir para demostrar mi felicidad no real donde guardo mi tristeza continua.
Cuando mi tristeza… se esconde bajo mi sonrisa…
