martes, 4 de mayo de 2010

Claudio

Ella con una gran sonrisa entró a la bodega.

Ella: buenos días.
Vendedor: ¿Si? ¿Se le ofrece algo?
Ella: una tarjeta 147 de 20 soles por favor.
Vendedor: ¿Algo más?
Ella: no gracias.

Subió a su bicicleta y pedaleó sin parar hasta su casa. Introdujo la llave en la puerta y empujó esta suavemente. Corrió en puntitas y hurtó el teléfono de casa. Cogió un papelito arrugado de su bolsillo y marcó el número escrito en el.

Ella: ¿Aló?
Claudio: ¿Reina que tal como andas?
Ella: ehh… Bien ¿Que tal como estas?
Claudio: un poco atareado ¿Cómo vas con la situación que me contaste?
Ella: perturbada… en realidad no tengo con quien hablar, me siento sola. Se me desmoronó todo lo que ya había construido.
Claudio: no te preocupes chata todo va a estar bien.

Ella solo necesitaba esas palabras para tomar un respiro y sentirse tranquila. Avocó su tiempo libre para meditar constantemente lo sucedido. Sin embargo muchas dudas invadían su cabeza. ¿Era tan solo mi imaginación? ¿Yo estaba causando mucho daño o viceversa? ¿Que tal si en realidad ella no tuvo nada que ver en el rollo?

Que difícil era sobrellevar todo esto. Por más liberal que luciera todo daba vueltas. Algo muy cierto es que estamos hechos para causar daño y ser maltratados, no solo con golpes sino también mentalmente. Las intrigas y dudas nos destruyen causando muchos problemas.

Claudio: mantente tranquila. Siendo tú amigo y también de ella me siento contra la espada y la pared. Lo único que te pido es que solo buenos pensamientos invadan tu mente.
Ella: sinceramente hablar contigo me tranquiliza, muchas gracias te pasaste una vez más. Me tengo que ir… Te dejo besitos ¡bye!


¡Floja de miércoles! ¿Puedes abrir la puerta? Hace rato que están tocando. (Dijo su hermano)

3 comentarios: